A ver, que os cuente, cómo pasé de ser la reina de las ensaladas a la maga del Thermomix® . Un día, en una demostración de esas que te abren los ojos, me quedé con la boca abierta viendo lo que hacía el Thermomix® . Pero el momento de verdad llegó cuando hice un postres rapido que en un plis plas ya esta hecho. Ahí pensé: "Esto es para mi". Y  alguien dijo: "Carmen, tú tienes madera para esto". Y yo pensé: "¿Y por qué no?"

Meterme en esto de ser agente del Thermomix® no fue cosa fácil, eh. Me puse las pilas, aprendí todo lo que pude y me tiré a la piscina. Y de ahí en adelante, todo fue rodado: aprendizajes a mogollón, conocer a un montón de gente estupenda y lo mejor, llevarme un Thermomix® a casa sin rascarme el bolsillo.

Ser agente es una pasada: tienes el Thermomix® sin soltar un euro, que ya es un regalazo. Pero lo más chulo es compartir el arte de cocinar con este cacharro. Entre talleres y demostraciones, cada día es una aprendizaje.

Y no creáis que esto es solo vender por vender. Aquí se trata de unirte a un grupo de aficionados a la cocina, donde todos compartimos y aprendemos. Y claro, que también se agradece el dinerillo extra que te llevas por cada Thermomix® que colocas, ¡que todo suma!

Pero lo que de verdad te toca el corazón es ver cómo la gente cambia su manera de ver la cocina gracias al Thermomix® . Suena a cuento, pero es cierto. Llegas, haces tu show con el Thermomix® , y ves cómo se iluminan las caras. De repente, cocinar es divertido y sencillo, y eso no tiene precio.

Así que aquí me tenéis, la Carmen, revolucionando la cocina con el Thermomix® y disfrutando cada momento. Si me lo hubieran dicho hace años, no me lo creo. Pero aquí estamos, dándole caña al Thermomix® y pasándolo en grande. Y esto, amigos, es solo el comienzo.